Matino

Nadie puede decir que no se veía venir. Fichajes aparentemente rutilantes o jugadores con buen cartel que acaban por decepcionar a propios y extraños. Una secretaría técnica y una gestión desportiva impropias de un equipo de primera división. Estas desdichas, a las que hay que sumar hechos demostrados como la poca efectividad ofensiva, la veteranía de la plantilla, ladependencia de un jugador con no más de 30 partidos en la máxima categoría del fútbol o el solo haber sumado 13 puntos de 51 posibles en el segundo tramo de la temporada, hacen que el Racing esté a punto de quemarse en su particular batalla con el fuego.

El problema del equipo va más allá de lo meramente deportivo. El principal enemigo es la actitud. Jornada tras jornada vemos como Tenerife, Valladolid, Málaga o Xérez, todos ellos inmersos en la lucha por el descenso, dando todo de sí en cada encuentro y mantienen viva la esperanza de mantener, al menos una temporada más, la categoría, mientras que el Racing se pasea por los estadios con aires de superioridad, una superioridad que no tienen. Podemos contar con los dedos de una mano los jugadores que luchan por el orgullo de su escudo, y aún nos sobrarían dos dedos. Que un chaval de 19 años, recién salido de la cantera, sea quién se pone el equipo a la espalda, y que un jugador que apenas lleva dos temporadas en el club como es Medhi Lacen, tenga una actitud ganadora muy superior a jugadores que llevan años vistiendo la misma camiseta y se han criado en el club es poco menos que extraño. El último jugador en salvarse es Pedro Muntis, al que, lamentablemente, la edad le pasa factura.

La llegada a principios de temporada de Juan Carlos Mandiá al banquillo del Sardinero parecía haber sumido al equipo en un estado depresivo y de complicada salida. Se trajo de vuelta a Miguel Ángel Portugal con el cartel de salvador, y con la intención de devolver el autoestima y la confianza a un equipo plomizo, triste, torpe y con aspecto de cadáver. Y, a pesar de los comienzos del técnico, la segunda vuelta del equipo es propia de un equipo que desprende olor a segunda por todos sus poros. Siete empates y solo dos victorias en 17 encuentros de esta segunda mitad del campeonato son prueba de la lamentable actuación del equipo. 13 puntos de 51 por disputar.

Ni la magnífica participación en la Copa del Rey del equipo -segunda vez en la historia que se firma algo así, y segunda en tan solo tres temporadas- ha sido capaz de depositar confianza en un equipo que camina con la cabeza gacha.

Se puede apelar al espiritú Corocotta, rezar a Yahveh, Buda o cualquier otra figura religiosa que se ocurra, pero la situación solo tiene un remedio, un cambio de actitud. Todo esto con dos jornadas decisivas en las que no hay margen de error posible. De caer ante el Valladolid en el próxima encuentro, la empresa de salvar la temporada se convertiría en una utopía.